Viajar te hace crecer. No se si esto me lo dijo alguien alguna vez, o si es algo que fui aprendiendo con el tiempo, pero de cualquier modo es verdad. Al viajar se aprende de historia, de geografía, de cultura, y de tantas otras cosas que sería realmente difícil enumerarlas todas. Y cuado uno aprende, crece: evoluciona.

A veces cuando uno viaja, sobre todo si lo hace sólo, hay momentos en que el "bocho" te hace "clic". Momentos en que no podés creer lo que estás viendo o experimentando. Momentos que quisieras poder compartir con tu familia, tus amigos, o con cualquier persona que no está allí presente con vos en ese momento. Por suerte, desde hace 8 años siempre que viajo voy con mi cámara a cuestas lo cual me permite, al menos en parte y en diferido, compartir esas experiencias (esos momentos) con toda esa gente.

Yo los llamo momentos "Mamá, mirá donde estoy" y son esos en los que el cerebro conecta el lugar donde estás parado con cosas que estudiaste, o que te contaron tus padres, o con música que escuchaste, o películas que viste, o simplemente con el hecho de que jamás se te había cruzado por la cabeza que ibas a estar ahí. Son momentos que te emocionan, muchas veces inexplicablemente. No tanto por que uno no sepa el motivo, sino porque ese motivo, esa emoción, es simplemente imposible de describir con palabras.

Este fotolibro intenta entonces ilustrar algunos de esos momentos. Algunos más emocionantes y movilizantes que otros, y en este caso centrados en los viajes que afortunadamente pude hacer por Europa. Ya vendran otros fotolibros y (esperemos) otros viajes, cuando esta maldita pandemia nos deje volver a volar.